LAS RELACIONES ENTRE ESPA—A Y LOS ESTADOS UNIDOS: EL PRINCIPIO
LA LUISIANA Y LOS TERRITORIOS DEL MEDIO-OESTE (1763-1795)
Por Antonio RamÛn PeÒa IzquierdoRESUMEN
El presente artÌculo plantea las relaciones polÌticas, militares y sociales que se establecieron entre EspaÒa y los Estados Unidos sobre unos territorios del medio-oeste o middle ground, muy poco poblados y disputados entre una gran potencia europea y una rep˙blica que acababa de nacer. Entre estos dos estados se entablaron unas relaciones que oscilaron entre la cooperaciÛn y el enfrentamiento. Dos concepciones y modelos polÌticos y socioeconÛmicos opuestos coincidieron y chocaron en un mismo espacio fÌsico. Palabras clave: territorios del middle ground, Congreso Continental, EjÈrcito Continental, convenciones del oeste, asamblea de Virginia, Luisiana, MisisipÌ, gobierno espaÒol, Gran BretaÒa, Francia, James Wilkinson, JosÈ Bernardo G·lvez, Esteban MirÛ, Conde de Aranda, Floridablanca, George Washington.ABSTRACT
This article analyses the political, military and social relations that were established between Spain and the United States on the middle ground territories since 1763 to 1795. A great European power and a new republic fought over those unpopulated territories and the relations between them oscillated between cooperation and confrontation. Two opposite conceptions and political and socioeconomic models clashed and crushed in the same place. Key words: middle ground territories, Continental Congress, Continental army, Western Conventions, Virginia Assembly, Louisiana, Mississippi, Spanish government, Great Britain, France, James Wilkinson, JosÈ Bernardo G·lvez, Esteban MirÛ, Conde de Aranda, Floridablanca, George Washington, State Board.ABREVIATURAS
A.G.I.: Archivo General de Indias. A.H.N: Archivo HistÛrico Nacional. Op. Cit: Opus citate. Loc. Cit: Locum citate. Leg: Legajo. PP: p·ginas. Ss: siguientes.1. LA LUISIANA: SITUACI”N POLÕTICO-MILITAR Y LÕMITES
La Paz de ParÌs del 10 de febrero de 1763 puso fin a la guerra de los siete aÒos y supuso la reestructuraciÛn de los territorios del norte de AmÈrica entorno al MisisipÌ. El artÌculo 7 del tratado fijaba los confines entre Francia y Gran BretaÒa "(...) los confines se fijar·n irrevocablemente con una lÌnea tirada en medio del rÌo MisisipÌ desde su nacimiento hasta el rÌo Iberville, y desde allÌ con otra lÌnea tirada en medio de este rÌo con los lagos Maurepas y Pontchartrain hasta el mar (...)". Por el artÌculo 20 quedaba en posesiÛn de Gran BretaÒa quedaba todo lo situado en la orilla Èste del MisisipÌ, con la Florida y la BahÌa de Penzacola, con San AgustÌn, la Movila y su rÌo, y todas las posesiones espaÒolas al este y sudeste del MisisipÌ. El resto de los territorios al oeste de dicho rÌo quedaban en posesiÛn de Francia. Asimismo, el tratado declaraba la libre navegaciÛn por el MisisipÌ para todos los vasallos de Gran BretaÒa y Francia [1] . De tal modo, todo el norte de AmÈrica quedaba dividido en dos soberanÌas, la de Gran BretaÒa y la de Francia. Ahora bien, EspaÒa y Francia firmaron el tratado de Fontenebleau el 3 de noviembre de 1762, por el cual Francia cedÌa a EspaÒa la Luisiana incluida Nueva Orleans y su isla [2] .
En 1766 Antonio Ulloa llegÛ a la Luisiana con 90 soldados y 3 funcionarios para tomar posesiÛn de la provincia como nuevo gobernador en nombre del rey de EspaÒa. A su llegada, A. Ulloa se encontrÛ con una situaciÛn crÌtica: crisis econÛmica y polÌtico-militar. TenÌa que gobernar sobre un extenso territorio muy poco poblado, con el comercio interrumpido, con una mayorÌa de poblaciÛn francesa exaltada al borde de la rebeliÛn, y con un ejÈrcito que no llegaba a los 100 soldados espaÒoles [3] . Mientras, el ejÈrcito brit·nico se fortificaba en la orilla oeste del MisisipÌ violando el tratado de ParÌs y se disponÌa a conquistar de la Luisiana, ˙nico obst·culo para su avance hacia el pacÌfico. El peligro de invasiÛn brit·nico llevÛ a los criollos franceses a rechazar la revuelta violenta para recuperar el control de la colonia, optando por la colaboraciÛn con Ulloa a cambio de restablecer el comercio con las colonias francesas del Caribe. En 1768 la situaciÛn era insostenible, y A. Ulloa no tuvo m·s remedio que aceptar la colaboraciÛn francesa y formar un gobierno con los criollos franceses. De este modo, los franceses volvieron a controlar la colonia que pasÛ a ser dirigida por un Consejo Supremo que adjudicÛ las funciones propias del gobernador. Pese a todo, Ulloa continuÛ despachando disposiciones: entre las m·s graves est·n los edictos prohibiendo el tr·fico comercial con las colonias francesas del Caribe. Finalmente, el Consejo y el capit·n del ejÈrcito francÈs Aubrey recomendaron al gobernador su salida de la colonia junto con sus 90 soldados y 3 funcionarios. Aubrey evitÛ, asÌ, un enfrentamiento entre franceses y espaÒoles que solo hubiese beneficiado a los brit·nicos [4] .
Pese a esta referida situaciÛn la clave del control de la Luisiana estaba en Cuba. El Consejo de Estado espaÒol habÌa mandado a Ulloa como gobernador bajo la jurisdicciÛn militar del gobierno de la Habana. Esta era otra de las razones por la cual los criollos franceses habÌan evitado revuelta abierta, que hubiese implicado una respuesta militar del gobierno de la Habana. De hecho, desde Cuba ya se habÌan consignado al continente un contingente militar de 2.600 soldados al mando del general O'Reilly junto a un nuevo gobernador, Luis Unzaga. Ante estas noticias el Consejo Supremo enviÛ a Aubrey al encuentro con las tropas espaÒolas que ya se disponÌan a remontar el MisisipÌ. Cuando se encontraron los dos contingentes Aubrey se puso a las ordenes y a disposiciÛn del general O'Reilly. …ste destituyÛ al Consejo Supremo, detuvo a 9 cabecillas y ejecutÛ a 5. De esta forma terminÛ una asonada que habÌa durado un mes [5] . La nueva gobernaciÛn de L Unzaga tuvo como objetivos primordiales pacificar y controlar el territorio. Para ello Unzaga fusionÛ las tropas espaÒolas y francesas en un solo ejÈrcito comandado por el general O'Reilly, creando una fuerza de 5000 soldados. Igualmente hizo con el conjunto de la sociedad: compaÒÌas comerciales, gremios y agrupaciones artesanales..., y un ˙nico estamento funcionarial. Esta fue una etapa que durÛ unos 10 aÒos. Se puede afirmar que para 1776 la colonia estaba pacificada. Conseguida esta situaciÛn, L. Unzaga cediÛ la gobernaciÛn al general Bernardo G·lvez. Durante toda esta etapa Francia habÌa conseguido importantes objetivos: deshacerse de la financiaciÛn directa de un territorio que en 1762 le costaba 800.000 libras y pas·rselo a EspaÒa, con lo que debilitaba a la MonarquÌa CatÛlica con esa fuerte carga; y evitar el avance brit·nico. Asimismo, Francia seguÌa controlando la Luisiana a travÈs de sus compaÒÌas y comerciantes [6] .
La gobernaciÛn de JosÈ Bernardo G·lvez fue solo de seis aÒos, pero, en mi opiniÛn, los m·s decisivos. A la llegada de J. B. G·lvez el control espaÒol de la Luisiana era, pese a los esfuerzos de Unzaga, m·s nominal que real. No habÌa gentes suficientes para colonizar el territorio y el valle del MisisipÌ estaba controlado por los ingleses que, prudentemente, no habÌan intervenido en la Luisiana para evitar la reacciÛn militar de EspaÒa desde sus colonias de MÈjico y del Caribe. Adem·s, ya en la dÈcada de 1770 los brit·nicos estaban afrontando la revuelta independentista en sus propias colonias.
En 1765 en la Luisiana habÌa 11.000 habitantes, casi la mitad eran esclavos negros, espaÒoles unos 2.500 y franceses y acadianos unos 5000. Hasta la llegada de B. G·lvez EspaÒa no habÌa tenido una polÌtica colonial y de inmigraciÛn clara respecto a la Luisiana. En 1776 el coronel Bouligny elaborÛ una memoria sobre la colonizaciÛn del territorio. La memoria Bouligny planteaba un futuro escenario donde EspaÒa desaparecerÌa de la AmÈrica septentrional: un territorio enorme con muy poca poblaciÛn leal a EspaÒa, y con las colonias anglosajonas con una poblaciÛn muy superior y en continuo crecimiento. …sas gentes pronto llegarÌan al MisisipÌ, lo traspasarÌan y colonizarÌan todo el continente hasta el pacÌfico. En esta situaciÛn, los anglosajones solo tendrÌan que ir expulsando a los indios o pactando con ellos [7] . Desde la corte espaÒola el Conde de Aranda resumÌa profÈticamente la situaciÛn: "(...) EspaÒa va a quedar mano a mano con otra potencia sola en todo lo que es tierra firme de la AmÈrica septentrional. øy quÈ potencia?. Una estable y territorial que ya ha invocado el nombre patricio de AmÈrica, con dos millones y medio de habitantes, descendientes de europeos, que seg˙n las reglas que toman para su propagaciÛn duplicar· sus habitantes cada 25 Û 30 aÒos, y en 50 Û 60 puede llegar a ocho o diez millones de ellos, mayormente que de Europa misma continuar· la emigraciÛn por el atractivo que ofrecen las leyes de aquel territorio (...)" [8] .
En 1777 Bernardo G·lvez entrÛ en la GobernaciÛn con el soporte del Conde de Aranda y con un objetivo, la colonizaciÛn. La Memoria Bouligny fue el arranque de su gobernaciÛn en la Luisiana: una colonizaciÛn basada en tres pilares: 1) polÌticas de incremento demogr·fico, 2) fomento del comercio, 3) control territorial con la creaciÛn de una frontera estable. G·lvez introdujo esclavos, trajo colonos desde EspaÒa (principalmente de Canarias) que fundaron variedad de pueblos y extendieron la agricultura de tipo gran propiedad. Conectado con esto, abriÛ caminos y emplazamientos para facilitar el transporte y comercializaciÛn de los productos, al tiempo que abrÌa el territorio a compaÒÌas mercantiles. Todo ello facilitaba la consecuciÛn del tercer punto, el control territorial, aunque para ello era necesario construir una frontera estable y fija. Este proyecto colonizador de B. G·lvez iba a encontrar un inesperado soporte a travÈs de la situaciÛn internacional.
Por el tercer Pacto de Familia (1779) EspaÒa entraba en guerra con Gran BretaÒa, lo cual fue aprovechado por B. G·lvez para intensificar los lazos entre espaÒoles y franceses, al tiempo que establecÌa contacto con los revolucionarios angloamericanos con el fin de concertar acciones militares contra las posiciones inglesas. En este sentido, el encargado de negocios Juan Miralles se dirigiÛ al gobierno americano en carta del 17 de febrero de 1779, pidiendo que se atacaran las posiciones inglesas de Georgia y las Carolinas, mientras que, desde la Luisiana y desde Cuba, EspaÒa atacarÌa las guarniciones inglesas en el valle del MisisipÌ y las Floridas [9] .
La determinaciÛn espaÒola en llevar a cabo un ataque a gran escala contra los ingleses chocÛ con la indecisiÛn del general G. Washington, que retardaba su respuesta a Juan Miralles. Entre tanto, B. G·lvez ya estaba preparando acciones contra la lÌnea de fuertes ingleses en la frontera: Baton Rouge, Natchez, Penzacola, Movila..., y la Florida, en cuanto los rebeldes anglosajones aceptasen corresponder atacando en las Carolinas y Georgia. Para realizar esas operaciones con Èxito, G·lvez enviÛ al capit·n Jacinto PamÌs a espiar las posiciones inglesas. PamÌs remitiÛ informe detallando en donde aseguraba que para tales operaciones serÌa necesaria una fuerza de 7.000 hombres. B. G·lvez comunicÛ de inmediato sus necesidades militares al gobierno de la Habana el cual rechazÛ sus planes de una campaÒa a gran escala, m·s a˙n cuando la ayuda de los rebeldes ingleses todavÌa no estaba asegurada. Pese a esta negativa, G·lvez no renunciÛ a su plan y reuniÛ 700 soldados con los cuales atacÛ toda la frontera con rotundo Èxito entre septiembre de 1779 y mayo de 1781: conquistÛ el valle del MisisipÌ con los puestos ingleses mencionados, capturÛ 8 buques e hizo 1.400 prisioneros entre soldados y colonos ingleses [10] . Estos Èxitos militares inclinaron a G. Washington a reconocer los beneficios de compaginar operaciones militares hispano-americanas. En Carta fechada en Carolina del Sur a 27 de febrero de 1780 Washington respondÌa que "(...) si caen los puestos restantes [de la Florida] ser· un golpe muy importante teniendo gran influencia sobre los asuntos de nuestra zona (...)" [11] . Estas acciones tambiÈn provocaron cambios de actitud en el gobierno de la Habana: un aÒo despuÈs de la contestaciÛn de G. Washington, en 1781 el gobierno de la Habana remitiÛ a B. G·lvez los 7000 soldados pedidos. Durante estos tres aÒos (febrero 1779-marzo 1781) la presiÛn militar de Gl·vez contra los ingleses continuÛ con Èxito: se hizo con el control de las Floridas y extendiÛ su dominio sobre el MisisipÌ hasta la desembocadura, incluyendo el canal de Bahamas y Cabo CaÒaveral. Estas acciones permitieron a los rebeldes anglosajones llevar sus campaÒas militares con Èxito a Gerorgia y las Carolinas [12] . Llegados a este punto, sin embargo, a partir de mediados de 1781 las circunstancias polÌticas iban a dar un radical viraje.
En el aÒo 1781 EspaÒa comenzaba a obtener importantes rÈditos de la colaboraciÛn con los rebeldes anglosajones en el marco de la guerra internacional, situaciÛn que Gran BretaÒa vio claramente tras sus derrotas en Georgia y las Carolinas, en el MisisipÌ y las Floridas. Por ello, el gobierno inglÈs se apresurÛ a entrar en negociaciones con los rebeldes para evitar el derrumbe colonial brit·nico. Para retornar a la AmÈrica septentrional Gran BretaÒa pretendÌa construir el siguiente escenario: en la costa atl·ntica habrÌa un gobierno anglosajÛn independiente pero dÈbil (con frontera con Gran BretaÒa al norte, el mar Atl·ntico al este, y EspaÒa al oeste y al sur y con sus con colonias del Caribe). Este nuevo gobierno, enclaustrado y m·s dÈbil que EspaÒa, si quisiera transportar sus mercancÌas y comerciar tendrÌa que negociar con alguna de las dos potencias, la brit·nica o la espaÒola. Asimismo, el gobierno brit·nico entendÌa que las monarquÌas europeas (especialmente EspaÒa) serÌan reticentes a entablar negocios con los revolucionarios, temerosas de que el ejemplo revolucionario cundiese por toda AmÈrica. Por esto, si la rep˙blica americana no querÌa ser absorbida por EspaÒa o permanecer enclaustrada en la costa, no tendrÌa m·s remedio que entablar un acuerdo global con Gran BretaÒa. …sta actuarÌa como puente comercial y polÌtico de la rep˙blica americana hacia Europa y le ofrecerÌa su protecciÛn contra EspaÒa. Todo esto crearÌa nuevos lazos entre la metrÛpoli y sus antiguas colonias. Adem·s, aquella variopinta confederaciÛn, sin un gobierno central fuerte, se desharÌa una vez acabada la guerra. Rota la ConfederaciÛn las colonias m·s dÈbiles retornarÌan o buscarÌan la protecciÛn de Gran BretaÒa. Frente a las resistentes, Gran BretaÒa podrÌa utilizar la fuerza.
De tal modo, el 24 de septiembre de 1782 Gran BretaÒa llegÛ a un acuerdo de paz y reconocimiento de los Estados Unidos. Estos acuerdos fueron ratificados con el tratado de ParÌs de 3 de septiembre de 1783. El artÌculo 2 de este acuerdo fijaba los lÌmites del nuevo estado en la mitad del rÌo MisisipÌ desde sus fuentes hasta la latitud 31, y en medio del rÌo Apalachicola hasta la conjunciÛn el rÌo Flint, y del rÌo Mary hasta el Atl·ntico. El artÌculo 8 reconocÌa la libre navegaciÛn y comercio en el MisisipÌ para todos los ciudadanos de los Estados Unidos y Gran BretaÒa [13] . Con estos artÌculos Gran BretaÒa ponÌa las bases para un enfrentamiento entre los Estados Unidos y EspaÒa.
Entre tanto, en el gobierno espaÒol las negociaciones de paz entre anglosajones provocaba desacuerdos e incoherencias Por un lado, el Conde de Aranda y el gobernador B. G·lvez analizaban la situaciÛn de forma muy diferente a la del gobierno brit·nico. VeÌan la fuerza que iba a tener la nueva naciente rep˙blica, y opinaban que EspaÒa debÌa entablar negociaciones con los revolucionarios anglosajones antes que con Gran BretaÒa, dado que eran ellos los que realmente controlaban buena parte del antiguo territorio colonial brit·nico. Sin Embargo, Floridablanca querÌa un acuerdo general de paz con Gran BretaÒa. EntendÌa que negociar con los revolucionarios era reconocerles, y el ejemplo podÌa contagiarse a toda la AmÈrica espaÒola. Era mejor ignorarles y extender los territorios de EspaÒa desde la Florida hacia el noroeste a costa de la ConfederaciÛn.
Este enfrentamiento entre Aranda y Floridablanca pareciÛ inclinarse, en un primer momento, en favor del primero Mientras Gran BretaÒa negociaba con la ConfederaciÛn, el Conde Aranda entrÛ en negociaciones con el agente del Congreso Continental John Jay. El 3 de agosto de 1782 Aranda-Jay pactaron el reconocimiento de las fronteras establecidas en la declaraciÛn inglesa de 1763 y la exclusividad de la navegaciÛn espaÒola por el MisisipÌ. TambiÈn, Aranda consideraba que sÛlo con la guerra era posible entablar una alianza entre EspaÒa y la ConfederaciÛn m·s all· de la simple colaboraciÛn puntual, por lo que este pacto apostaba por la continuaciÛn de la guerra hasta expulsar a Gran BretaÒa de la AmÈrica del Norte. Las negociaciones Aranda-Jay alcanzaron otros aspectos como la financiaciÛn al Congreso Continental con subsidios [14] . Pese a todo, al tiempo de estas conversaciones y pactos, Floridablanca tambiÈn se moviÛ para boicotear tales negociaciones y conseguir que la corte cambiase de opiniÛn respecto a las trece colonias. En este sentido se encamina la instrucciÛn Floridablanca de 29 de mayo de 1782. Dirigida al Conde de Aranda, dicha instrucciÛn remarca la conveniencia de llegar a un acuerdo negociado con Gran BretaÒa sobre reparto territorial sin contar con la confederaciÛn: reconocimiento de los limites de EspaÒa entre el sistema Apalaches-Alleghanys a la lÌnea del sistema Misouri-MisisipÌ, y desde las Floridas hasta las colonias inglesas del Canad· (es decir todo el middle ground:: el oeste de Georgia y de las Carolinas, el Kentucky y el Tennesse, y los territorios regados por el Illinois y el Ohio) [15] . Floridablanca logrÛ imponer estos criterios a la Corte por lo que el Conde de Aranda optÛ por retirarse del proceso negociador.
Este enfrentamiento en el seno del gobierno espaÒol restÛ fuerza negociadora a la comisiÛn espaÒola, con lo que Gran BretaÒa pudo mostrar arrogancia y desdÈn hacia EspaÒa apart·ndola de la negociaciÛn hasta haber logrado, primero, un acuerdo de paz con la ConfederaciÛn y con Francia. Tras el acuerdo de septiembre de 1782 con la ConfederaciÛn, Gran BretaÒapacto con Francia y despuÈs abriÛ negociaciones con el gobierno espaÒol. EspaÒa y Gran BretaÒa llegaron a un acuerdo el 3 de diciembre de 1782. Dicho acuerdo fue un claro reflejo de las tesis de Floridablanca. La comisiÛn espaÒola consiguiÛ que no se fijasen lÌmites territoriales (ni se mencionÛ la cuestiÛn de las fronteras de la Luisiana, ni los lÌmites de las Floridas, ni la cuestiÛn de la navegaciÛn y comercio por el MisisipÌ....). Solo se citÛ de forma muy genÈrica la posesiÛn de territorios: "(...) Su Majestad Brit·nica ceder· a su Majestad CatÛlica la Florida oriental, y su Majestad CatÛlica conservar· la Florida Occidental (...)" [16] . Finalmente, el 3 y el 4 de septiembre de 1783 Gran BretaÒa firmaba los tratados de ParÌs y Versalles que ajustaban la paz seg˙n las condiciones negociadas entre los contendientes el aÒo anterior. La paz entre EspaÒa y Gran BretaÒa de 1782-1783 supuso el triunfo polÌtico Floridablanca, el cual puso como gobernador de la Luisiana a Esteban MirÛ (1783-1791).
Pese a toda esta situaciÛn interna espaÒola e internacional, tanto G·lvez como su sustituto MirÛ continuaron con los proyectos colonizadores como ˙nica soluciÛn para la conservaciÛn de la Luisiana. De tal forma, la polÌtica llevada por el gobierno de la Luisiana se mantuvo sin muchas variaciones. G·lvez se propuso asentar en el territorio a 6000 colonos (canarios, andaluces, filipinos, irlandeses, alemanes catÛlicos y acadianos), proyecto continuado por MirÛ. El problema era que asentar a 6000 colonos costarÌa 2 millones de pesos y la Real Hacienda no estaba en condiciones de remitir socorros por tal montante [17] . Pese a todo, entre 1768 y 1791 se fundaron muy diversas colonias, siendo las mas importantes: Concordia (1768), San Bernardo (1678), G·lveztown (1778), Nueva Iberia (1779), Valenzuela (1779), MirÛ (1782), Carlos Salia (1781), San Esteban (1789), A todos estos puestos hay que aÒadir otros como Natchez, Penzacola, Movile, Baton Rouge... De tal forma, pese a las ambig¸edades de la Corte de Madrid hacia la Luisiana y la falta de socorros financieros y militares, para 1790 Esteban MirÛ casi habÌa hecho realidad el proyecto colonizador de B. G·lvez: La Luisiana pasaba de los 35.000 habitantes, y se habÌa creado una frontera estable y fuerte compuesta por poblados guarniciones militares a lo largo del MisisipÌ y en las diversas intersecciones de sus afluentes (Ohio, Amiti, Bayu Tache, Lafourche, TombecbÈ, Ouachita...). Con esta situaciÛn colonial y la paz entre Gran BretaÒa, Estado Unidos y EspaÒa, a partir de 1783 se abriÛ una nueva situaciÛn marcada por unas relaciones entre Estados Unidos y EspaÒa las cuales evolucionaron de la afinidad (en la pasada guerra) al enfrentamiento. La zona en la que se desarrollaron estas relaciones fue una vastedad geogr·fica denominada middle ground o comarcas medias: los territorios del Illinois, del Ohio y de Michgan, el Tennesse y el Kentucky, m·s los territorios indios (de los Cherokee, Chickasaw, Creek). Sobre estos territorios centrales recayeron los expansionismos espaÒol y confederado, vici·ndose las relaciones entre EspaÒa y la joven rep˙blica. Solo el Kentucky y el Tennesse juntos tenÌan cerca de 100.000 habitantes.
2. ESPA—A Y LA CONFEDERACI”N DE LOS ESTADOS UNIDOS ENTRE 1782 Y 1787.
El entrar en posesiÛn de la Luisiana, EspaÒa no tenÌa capacidad militar para controlar al mismo tiempo el MisisipÌ, la extensa costa americana, los litorales del Caribe y la navegaciÛn atl·ntica, por lo que los gobiernos de la Luisiana y la Habana (tras el breve perÌodo de prohibiciones de Ulloa) permitieron a las colonias brit·nicas proveerse de productos extranjeros a travÈs de las fronteras territoriales y marÌtimas espaÒolas. AsÌ mismo, los colonos del middle ground sacabansus productos a travÈs del MisisipÌ y los introducÌan en la Luisiana, Nueva EspaÒa y en el Caribe. Esta situaciÛn enseguida fue "legalizada" con real orden de 1767 que permitÌa cierta libertad de comercio, aunque solo para casos en que las colonias espaÒolas quedasen desabastecidas. La real orden de 1767 fue utilizada para favorecer m·s el comercio, intensific·ndose el tr·nsito de mercancÌas (cafÈ, ron, az˙car, harina, manteca, carne de vaca y cerdo, brea, alquitr·n, cueros...). Igualmente, la guerra tampoco supuso un gran obst·culo para comercio. SÛlo hacia el final de la guerra, en 1782-1783, Gran BretaÒa optÛ por el bloqueo comercial justo en el momento en que estaba negociando con los rebeldes. Esto hizo que el MisisipÌ incrementase su importancia e interÈs para los Estados Unidos y, en las negociaciones de paz de 1782, la ConfederaciÛn exigiÛ al gobierno Brit·nico la libertad de comercio y navegaciÛn por dicho rÌo. …ste accediÛ a tal concesiÛn sobre una zona y un rÌo que no controlaba, poniendo las bases para un conflicto entre EspaÒa y los Estados Unidos. El ardid brit·nico surtiÛ buenos efectos y tras la guerra, el Congreso Continental insistiÛ en negociar con EspaÒa un acuerdo general sobre fronteras y comercio por el MisisipÌ sobre la base del tratado de paz brit·nico-norteamericano de 1783: El Congreso exigÌa la libertad total de comercio, y el reconocimiento de las fronteras en medio del MisisipÌ y en el paralelo 31. Por su parte el gobernador E. MirÛ ofrecÌa la libertad limitada de comercio seg˙n el real decreto de 1767 y tal como se venÌa haciendo hasta el bloqueo brit·nico y, adem·s, aprovechÛ para pedir al Congreso la represiÛn y persecuciÛn de los contrabandistas angloamericanos. Con estas posiciones tan distantes, fracasaron las primeras negociaciones entre EspaÒa y la rep˙blica americana para estabilizar y ordenar el territorio, asÌ como para confirmar la buena avenencia entre los dos estados. Para Floridablanca este fracaso negociador era parte esencial de su proyecto de anexiÛn territorial, dada la situaciÛn de dependencia y debilidad de los Estados Unidos. La ConfederaciÛn importaba de EspaÒa mucho m·s de lo que exportaba a las colonias espaÒolas. El negocio para EspaÒa era muy bueno. EspaÒa estaba en una situaciÛn en la que se podÌa convertir en el principal proveedor de la nueva rep˙blica, dependencia que, tras una previsible disoluciÛn de la ConfederaciÛn, hiciese que los estados americanos se inclinasen por EspaÒa. Floridablanca tenÌa buenas razones para mantener esta lÌnea en el gobierno espaÒol [18] :1785 | 1800 | ||||
Exportaciones de la ConfederaciÛn a las colonias espaÒolas | 390.000 | 8.440.000 | DÛlares | ||
Importaciones de la ConfederaciÛn de las colonias espaÒolas | 1.740.000 | 12.800.000 | DÛlares |
En estas circunstancias de bancarrota, el EjÈrcito Continental fue disuelto, y el Congreso realizÛ confiscaciones generales de propiedades a todos aquellos que debÌan caudales a las administraciones p˙blicas o privadas y no las estaban abonando. Esto tuvo como consecuencia el surgimiento de un amplio movimiento de deudores (comerciales y agrarios) al cual se incorporaron multitud de soldados y oficiales del disuelto EjÈrcito Continental. Para 1785 el movimiento se habÌa extendido incluso por los estados del noreste. Por ejemplo, en septiembre de ese aÒo 500 agricultores de Massachusetts dirigidos por el antiguo oficial del ejÈrcito D. Shays, se enfrentaron y derrotaron a la milicia de Massachusets. Para 1787 los sublevados de Shays eran ya 1.200 hombres [23] . Con este movimiento insurreccional, tambiÈn en el noreste se extendiÛ la oposiciÛn a un gobierno central, todo lo cual reforzaba las posiciones polÌticas de los estados del sur. Incluso los partidarios de una federaciÛn con un gobierno central fuerte estaban divididos entre: por un lado, los que querÌan un gobierno dependiente del Congreso y con un presidente elegido por dicha c·mara. Por otro lado, estaban aquellos que querÌan un gobierno fuerte independiente del Congreso y con un presidente con pleno poder ejecutivo y elegido por sufragio directo de los electores. En esta situaciÛn la ConfederaciÛn estaba apunto de desaparecer y desde el campo federalista surgieron intentos de golpe de Estado, como el New Burgh, entre diciembre de 1782 a marzo de 1783 [24] . Al mismo tiempo, los federalistas realizaron intensas campaÒas poniendo de manifiesto el existente desorden polÌtico, social y econÛmico, consecuencia de la falta de un centro polÌtico fuerte. Avisaban del desastre que supondrÌa la disoluciÛn de la confederaciÛn, e insistÌan en que una rep˙blica comercial nunca podrÌa levantarse sin un gobierno central fuerte. Algunos de los m·s destacados propagandistas eran A. Hamilton, J. Madison, J. Jay, que publicaban artÌculos en favor de constituir una federaciÛn. En 1788, al tiempo de las discusiones y debates en el Congreso Continental sobre el cambio del sistema polÌtico, estos artÌculos (51) se reunieron y fueron publicados bajo el tÌtulo The federalism: a collection of essays written in favour of the new constitution. Con todo este ambiente el 13 de septiembre de 1788 se aprobÛ la constituciÛn federal. AsÌ, pareciÛ que los estados del sur y los antifederalistas parecÌan hubiesen quedado fuera del nuevo sistema. La UniÛn estaba al borde de la ruptura [25] . Para evitar la ruptura de la UniÛn, el nuevo Congreso hizo suyas algunas de las reivindicaciones de los estado del sur y de las convenciones del middle ground: extensiÛn al oeste, dar prioridad al comercio por el golfo de MÈjico, Caribe y resto de AmÈrica, y garantizar los mercados europeos en lo tocante a los productos de monocultivo. Por consiguiente, Floridablanca no andaba muy desencaminado sobre la crÌtica situaciÛn de los Estados Unidos, y su proyecto para la AmÈrica septentrional triunfaba en la Corte de Madrid. Pero el Conde de Aranda todavÌa tenÌa una ultima posibilidad de imponer un cambio de rumbo en tal polÌtica. El gobierno efectivo de la Luisiana estaba en manos del gobernador E. MirÛ que, contrariamente a lo que Floridablanca esperaba, habÌa dado claros pasos de continuidad con la polÌtica de su antecesor B. G·lvez. AsÌ, Aranda y MirÛ formaron un t·ndem que llevÛ los asuntos de la AmÈrica septentrional en una direcciÛn contraria a la de Floridablanca. Para ello Aranda y MirÛ utilizaron a Diego de Gardoqui como intermediario entre la Corte de EspaÒa, el gobierno de la Luisiana y el Congreso Continental. Con Real Orden de 26 junio de 1784, el Conde Aranda remitiÛ a E. MirÛ instrucciones precisas para negociar un arreglo con los Estados Unidos sobre lÌmites y navegaciÛn por el MisisipÌ. Los encargados de negocios D. Gardoqui y Francisco RendÛn fueron los enviados para negociar con la ConfederaciÛn. La propuesta espaÒola giraba sobre 3 puntos [26] : 1) Reconocimiento por parte de los Estados Unidos del derecho exclusivo de EspaÒa sobre la navegaciÛn y comercio por el MisisipÌ. A cambio se darÌa a los Estados Unidos privilegios de navegaciÛn y comercio por Caribe y Golfo de MÈjico y rutas Atl·nticas, consider·ndoles como naciÛn m·s favorecida. 2) Arreglo sobre los lÌmites y fronteras en base al control espaÒol sobre el MisisipÌ y los lÌmites de las Floridas en el paralelo 32. 3) Establecer un acuerdo global de cooperaciÛn y amistad entre las dos naciones, en base a la concesiÛn por ambas partes de licencias comerciales y alianza militar frente a las colonias brit·nicas del norte. A parte de estos tres puntos, la instrucciÛn del Conde de Aranda encomendaba al gobernador reforzar las defensas en los valles del MisisipÌ y en la Florida, asÌ como entablar una alianza con las naciones indias formando un estado barrera este-oeste y norte-sur.
Como vemos, el Conde de Aranda apostaba por una ConfederaciÛn controlada por los estados del noreste Atl·ntico, de ahÌ las concesiones sobre privilegios de navegaciÛn y comercio Atl·ntico. Esto debÌa facilitar la cesiÛn norteamericana en la cuestiÛn del MisisipÌ y los lÌmites de la Florida. De hecho, la delegaciÛn norteamericana estaba formada por Adams, Franklin (ambos de Massachusetts), m·s J. Jay y A. Lee en EspaÒa [27] . Pese a todo, la propuesta Aranda no dejaba de lado a los estados del sur y del middle ground, dado que insertaba la cuestiÛn de los privilegios comerciales norteamericanos sobre el Caribe y Golfo de MÈjico. Igualmente, Aranda acepaba la exigencia norteamericana de que mientras duraran las conversaciones no se realizasen confiscaciones en el MisisipÌ [28] .
Para septiembre de 1784 la delegaciÛn norteamericana accediÛ a la Propuesta Aranda, lo cual hizo reaccionar a los antifederalistas que incorporaron a la delegaciÛn a Jefferson. La consecuencia fue el endurecimiento de la postura norteamericana, rechazando todo lo que no fuese la libre navegaciÛn por el MisisipÌ. AsÌ, esta era la segunda vez que las negociaciones hispanonorteamericanas se estancaban. El propio G. Washington tuvo que intervenir en su propia delegaciÛn para romper el atasco. En carta interceptada por Gardoqui, Washington exponÌa a su delegaciÛn que la cuestiÛn de la libre navegaciÛn por el MisisipÌ era aplazable: "(...) cuando aquel paÌs llegue a poblase y extenderse al oeste (...) no habr· poder que se lo pueda impedir (...)" [29] . Asimismo habÌa otras razones que aconsejaban ceder para no volver a malograr un acuerdo global: los ya comentados problemas de la debilidad interna de la ConfederaciÛn, las deudas con EspaÒa, y la amenaza militar brit·nica. En estas circunstancias, el Congreso en sesiÛn del 29 de agosto de 1786 acordÛ aceptar las propuestas espaÒolas por siete votos contra cinco, exigua mayorÌa de los estados del noreste y centrales, que sacrificaban la cuestiÛn del MisisipÌ (por un perÌodo de 20 a 30 aÒos) y la extensiÛn al oeste por las facilidades de navegaciÛn y comercio por el Caribe-Golfo de MÈjico y Atl·ntico. Por lo tanto, los territorios del middle ground perdieron la posibilidad de ser reconocidos como estados a corto.
Los acuerdos se confirmaron en el tratado del 1 de septiembre de 1786. Eran 16 artÌculos [30] en los que se establecÌa como frontera el sistema Missouri-MisisipÌ, y el Apalachicola-flint-Santa MarÌa hasta el mar; se reconocÌa como territorio de las naciones indias desde la Florida al Kentucky, con la Georgia y las Carolinas al este. Por lo tanto, quedaba en el centro-norte un vasto territorio formado por el Kentucky, el Tennesse y los territorios del Illinois, del Ohio y de Michigan, que no eran oficialmente reconocidos como propios por ninguna de las partes, dejado la cuestiÛn abierta a la disputa. Aunque bien es verdad que Virginia estaban organizando buena parte de esos territorios que, al tiempo, intentaban segregarse y convertirse en Estados.
Pese al acuerdo de 1786, Francisco RendÛn informaba al gobernador MirÛ y al Consejo de Indias (dirigido B. G·lvez) que Estados Unidos seguÌa considerando como frontera el paralelo 31 seg˙n su tratado de ParÌs, y la libertad de navegaciÛn por el MisisipÌ. Por ejemplo, en su carta de 12 de octubre de 1784 al Consejo de Indias, RendÛn avisaba que "(...) es necesario que aquellos habitantes [del medio-oeste] tengan un canal para extraerlos [sus productos] (...) dho comercio debe hacerse con los espaÒoles o con los ingleses (...)", porque los Estados Unidos estaba muy lejos "(...) si lo entablan con la EspaÒa (...) se aprovechar· [la EspaÒa] (...) de comercio tan lucrativo y de ganar y establecer para siempre la amistad y buena armonÌa (...)"con tales territorios" [31] . Por su parte, el coronel Bouligny tambiÈn remitÌa informes a EspaÒa en este mismo sentido, como el del 4 de agosto de 1785: "(...) este Pais [Ohio] lo miran los Americanos como la clave y verdadero centro de su dominaciÛn (...)", no creyendo que "(...) jam·s la AmÈrica consienta en desistir de esta pretensiÛn [controlarlos] y mucho menos aun de la NavegaciÛn del Rio [MisisipÌ] (...)" [32] . Es en este punto donde surgiÛ la idea de constituir estados tapÛn o barrera tanto contra el poder brit·nico como contra la ConfederaciÛn.
3.LA LUISIANA Y LAS NACIONES INDIAS
Los territorios del middle ground se desarrollaban r·pidamente y la presiÛn sobre la frontera espaÒola era enorme. TambiÈn las naciones indias se veÌan cada vez m·s desplazadas. Los Cherokis eran expulsados hacia el noroeste, entre el MisisipÌ y el Kentucky. El territorio de los Creeck estaba apunto de ser absorbido por Virginia y los reciÈn creados estados de Carolina del Sur, Georgia y Carolina del Norte, y eran empujados hacia las fronteras la Florida occidental y el valle del MisisipÌ, espacios que estaban ocupados por los Chikasas y Choctaw. Estos, por su parte, se veÌan obligados a ir m·s hacia el oeste, adentr·ndose en la Luisiana. Los gobernadores de la Luisiana vieron clara toda esta situaciÛn y se propusieron crear alianzas tanto con las naciones indias como con las gestes del middle ground, para formar una cadena de estados barrera, o incluso anexion·rselos. Los territorios indios tenÌan una poblaciÛn guerrera de unos 12.000 indios: 6000 creeckes, 4000 choctaw, 2000 cherokis, y 600 chikasas [33] , por lo que sÛlo juntos en un Estado territorial y apoyados por EspaÒa podrÌan hacer frente a los Estados Unidos. El gobernador E. MirÛ y despuÈs el BarÛn de Corondelet, llevaron a cabo negociaciones con las tribus indias a travÈs del gobernador de Natchez, Gayoso de Lemos, y del agente espaÒol para los territorios indios, el mestizo Alejandro Mac Gillibray. La cuestiÛn de un acuerdo con los indios era tanto m·s urgente encuanto que la CompaÒÌa del Yazoo (a travÈs de la cual actuaba los Estados Unidos) se adentraban cada vez m·s en el interior de estos territorios. La compaÒÌa del Yazoo incluso realizaba incursiones en territorio espaÒol y soliviantaba a los anglosajones del Kentucky, del Tennesse y del Ohio para que llevasen acciones armadas contra la Luisiana. Las provocaciones de la CompaÒÌa del Yazoo eran constantes, y buscaban una respuesta directa de EspaÒa que llevase a los Estados Unidos a declarar la guerra [34] . El peligro era tan claro que las naciones indias, empujadas por EspaÒa, se avinieron a una alianza. Ya en junio de 1784 se llegÛ a un primer acuerdo en los congresos indios de Penzacola y Movila. Pero la situaciÛn no variÛ en esencia, los acuerdos de dichos congresos no fueron efectivos y sobre el territorio predominaron las tradicionales disputas indias. Solo a comienzos de la dÈcada de 1790, con los Estados Unidos ocupando el territorio y asaltando las fronteras de la Luisiana y la Florida, las naciones indias optaron por dejar de lado sus tradicionales conflictos y llegar a una alianza entre ellos y con EspaÒa. Pero para entonces era demasiado tarde, en la dÈcada de 1790 ya no fue posible frenar y contener el empuje demogr·fico y polÌtico-militar de los Estados Unidos El derrumbe y desapariciÛn de las fronteras espaÒolas era ya inevitable [35] . La referida alianza EspaÒa-naciones indias se concretÛ con el Tratado de Nogales de 1793. El tratado establecÌa una confederaciÛn entre las naciones Creecke, Choctaw, Cherokis y Chikasa, sobre aquellos territorios centrales hasta el Kentucky. TambiÈn establecÌa un sistema de estado confederal, con una forma de gobierno conjunto. La base de esta confederaciÛn era un congreso compuesto por 12 delegados de los jefes de las naciones firmantes elegidos anualmente. La direcciÛn del congreso recaerÌa en un representante de cada naciÛn que rotarÌa anualmente. Este congreso tendrÌa facultades ejecutivas, legislativas y judiciales: Las decisiones se aprobarÌan por mayorÌa, estando obligadas todas las naciones a acatar las resoluciones. Si una naciÛn o tribu se negaba a cumplir las resoluciones del congreso, las otras naciones firmantes deberÌan utilizar todos los medios precisos para hacer cumplir las resoluciones. Cualquier acciÛn contra una tribu o naciÛn deberÌa estar aprobada por el congreso y todas las naciones deberÌan participar en tal acciÛn, no se permitirÌa una acciÛn unilateral de una naciÛn o tribu contra otra. Asimismo, si una naciÛn o tribu se consideraba insultada por otra, debÌa llevar el asunto al congreso, el cual examinarÌa la cuestiÛn y dictarÌa resoluciÛn. Igualmente, las tribus quedaban sometidas a sus jefes de naciÛn, no pudiendo actuar por su cuenta. Por parte de Su Majestad CatÛlica, EspaÒa tendrÌa un representante en dicho congreso con voz pero sin voto. Se permitirÌa a EspaÒa establecer fuertes en territorio de la confederaciÛn india como puntos defensivos contra los Estados Unidos. Los indios podrÌan entrar y salir libremente de los fuertes, desde los cuales EspaÒa suministrarÌa a los indios las armas y municiones que precisasen para defender su territorio. La paz y la guerra solo la podrÌan declarar el congreso, y en caso de guerra EspaÒa estarÌa comprometida a defender a la confederaciÛn india [36] . La respuesta del Congreso Continental ante el tratado de Nogales fue: por un lado, abandonar la polÌtica llevada hasta aquel momento sobre el oeste (de no-intervenciÛn directa sobre esos territorios, inhibiciÛn sobre la cuestiÛn del comercio por el MisisipÌ...); por otra parte, fomentÛ la actitud belicosa de las gentes del Kentucky y del Tennesse contra EspaÒa, y apoyaron las acciones y expediciones de la CompaÒÌa del Yazoo. Asimismo, fomentÛ los conflictos entre las naciones y tribus indias.4. LA LUISIANA Y LOS TERRITORIOS DELMEDIO-OESTE
4.1. organizaciÛn de los territorios delmedio-oeste.
La zona enmarcada entre el MisisipÌ, los valles del Ohio y del Illinois, y el sistema Apalaches-Alleghanys, era una tierra denominada dark and blody (oscura y sangrienta) por su frondosidad, por su aislamiento y la belicosidad de los indios. Era una zona de nadie disputada entre EspaÒa y los Estados Unidos, pero a donde la autoridad de estos dos estados no llegaba (ni sus leyes, ni sus funcionarios, ni sus ejÈrcitos y milicias). AsÌ, el territorio se organizaba en pequeÒas comunidades autosuficientes, fuertemente militarizadas y reguladas con sus propias leyes. Ante un peligro toda la comunidad se movilizaba y sus dirigentes se ponÌan al frente de la milicia. Eran comunidades acostumbradas a vivir en la violencia, en la guerra y sus consecuencias. Esto conferÌa a estas sociedades un car·cter extremadamente violento.
Durante la Guerra de Independencia la zona se fue colonizando por anglosajones mon·rquicos: al acabar la guerra un 3% de la poblaciÛn de los Estados Unidos habÌa emigrado a estos territorios [37] . TambiÈn las compaÒÌas de comercio (como las del Yazoo y Transilvania) establecÌan emplazamiento fortificados que funcionaban como bases de exploraciÛn, caza, comercio y defensa. Por estos territorios deambulaban soldados licenciados del EjÈrcito Continental, comerciantes, cazadores, aventureros, y anglosajones, alemanes, espaÒoles, irlandeses, y gentes sin residencia fija. Pero a finales de la dÈcada de 1780, esta poblaciÛn comenzaba a sentir la presiÛn demogr·fica desde el este. Los nuevos colonos eran de idiosincrasia contrapuesta al car·cter errante de los colonos del primer flujo migratorio. En esta nueva corriente las gentes llegaban con sus familias, y se asentaban y se dedicaba a la agricultura. En 1780 solo en el Kentucky habÌa una poblaciÛn de unos 10.000 habitantes y para 1787 brigadier J. Wilkinson, del EjÈrcito Continental pero al servicio de EspaÒa, cifraba dicha poblaciÛn en unos 40.000 hab. con una inmigraciÛn anual de 10.000 personas [38] . Una memoria anÛnima seÒalaba unos 30.000 hab., y en r·pido crecimiento [39] . El censo de 1790 daba una cifra de 73.677 hab. para el Kentucky y 35.000 hab. para el Tennesse. Esto es, sin contar la poblaciÛn negra, entre el Kentucky y el Tennesse estarÌamos hablando de una poblaciÛn que rondarÌa las 100.000 personas en 1790 [40] .
En esta situaciÛn estos territorios tuvieron que formar sus propios Ûrganos judiciales, legislativos y ejecutivos, al tiempo que Virginia y Carolina del Norte se repartÌan el territorio: el condado del Kentucky con capital en Boonesboroug, y el condado del Tennessee con capital en Nashborouh (Nashville), respectivamente. Estos dos procesos (demogr·fico e institucional) dieron mayor identidad propia al territorio, y capacidad para defender sus propios intereses ante Virginia, las dos Carolina, Georgia y el Congreso de los Estados Unidos. Igualmente, dichos procesos produjeron un incremento de los rendimientos agrario y artesanal, cuyos productos solo podÌan salir por tierra (recorriendo enormes distancias con multitud de peligros). AsÌ, cuando esos productos llegaban a los mercados atl·nticos alcanzaban precios muy altos y no eran competitivos. Por toda esta situaciÛn, tres eran las posibilidades que las convenciones del Kentucky y del Tennesse barajaban: La creaciÛn de unos estados independientes incorporados a la ConfederaciÛn de los Estados Unidos; unos estados totalmente independientes aliados de Gran BretaÒa, que se anexionasen la Luisiana por la fuerza; y unos estados confederados a la MonarquÌa Hisp·nica.
4.2. los primeros movimientos indenpentistas del medio-oeste.
El 15 de mayo de 1780 los condados del Kentucky y del Tennesse pidieron formalmente al Congreso Continental su incorporaciÛn a la ConfederaciÛn como Estados [41] . Dichas convenciones optaban claramente por la incorporaciÛn a la ConfederaciÛn y esperaban una respuesta afirmativa por parte del Congreso, pero Èste llevÛ una polÌtica de continuo aplazamiento sobre la "cuestiÛn del oeste". Entre 1784 y 1792 las convenciones de dichos territorios elevaron al Congreso 12 peticiones similares con resultados negativos [42] . El 28 de mayo de 1785 las convenciones del Kentucky y del Tennesse se declararon independientes mediante una declaraciÛn redactada por el brigadier James Wilkinson, y dirigieron un "manifiesto a los habitantes del Kentucky" [43] . El 28 de enero de 1786 dichas convenciones recibieron una respuesta dilatoria por parte de Virginia [44] : para que tal acto fuese legal deberÌan celebrarse nuevas convenciones compuestas de un quorum de dos terceras partes por cada convenciÛn, y con una delegaciones de representantes de la Asamblea General de Virginia en cada c·mara. Esta respuesta era del todo insuficiente, pero antes de llegar a la ruptura, dichas convenciones volvieron a remitir sus demandas en septiembre de 1786 y enero de 1787. Sin embargo, Virginia nuevamente esquivÛ la cuestiÛn alegando diversos motivos, como de falta de quorom, obligando a nuevas convocatorias asamblearias [45] . Paralelamente, se produjo la resoluciÛn del Congreso Continental del 29 de agosto del 1786, aceptando las propuestas espaÒolas sobre lÌmites, navegaciÛn y comercio, dejando aparcada la cuestiÛn del MisisipÌ. Ante tal situaciÛn, dichas convenciones se fueron inclinando cada vez m·s en favor de convertirse en Estados separados de la ConfederaciÛn.
Por su parte, el agente espaÒol D. Gardoqui se hacÌa eco de la situaciÛn en el Kentucky y el Tennesse y escribÌa a Floridablanca, apremi·ndole para que el gobierno espaÒol se decidiese a actuar en favor de la secesiÛn de estos territorios y de la formaciÛn de una alianza o uniÛn, en base a la concesiÛn de la libre navegaciÛn por el MisisipÌ, dado que era la ˙nica vÌa de salida comercial la cual no iban a renunciar. EspaÒa se podÌa beneficiar mucho con la liberalizaciÛn del comercio y estrecharÌa vÌnculos de uniÛn entre los dos lados del MisisipÌ. Gardoqui seÒalaba que "(...) ha llegado el caso de que se trate con seriedad la separaciÛn del nuevo distrito del Kentucky (...)" [46] .
En esta situaciÛn, en el 17 de septiembre de 1787 las convenciones del Kentucky y del Tennesse se volvieron a reunir para ratificar la independencia y poner a J. Wilkinson al frente del movimiento secesionista. TambiÈn se propuso la elecciÛn de una asamblea constituyente que redactase una constituciÛn [47] . J. Wilkinson se perfilÛ como un nuevo "G. Washington" del oeste. En estas circunstancias Virginia y las Carolinas se vieron con dos frentes abiertos: por un lado, impedir la secesiÛn, para lo cual necesitaban el apoyo militar de un Congreso Continental controlado por los estados del noreste Atl·ntico; y por otro lado, la necesidad de llegar a un acuerdo con las convenciones del Kentucky y del Tennesse. El sur supo maniobrar bien: por un lado, alentÛ la idea de asalto a la Luisiana, como forma de calmar los ·nimos independentistas del middle ground. Por otro lado, esto fue utilizado para plantear un nuevo desafÌo al Congreso Continental, esto es, que se viese obligado a declarar la guerra a EspaÒa y abrir el oeste. Por su parte, las convenciones del middle ground se subieron al proyecto de "asalto" a la Luisiana, confiando en que el Congreso les ofrecerÌa la independencia a cambio de desengancharse de tal propÛsito bÈlico y deshacer su alianza con el sur. Buenos ejemplos de estas enormes tensiones en el seno de la ConfederaciÛn son los editoriales de los periÛdicos y gacetas, como la de Richmon, y toda una serie de publicÌstica, como las "Noticias de los Estados Unidos de AmÈrica" (en Filadelfia a 8 de mayo de 1787) que llamaban abiertamente a las revueltas y a la guerra contra EspaÒa [48] .
Ante esta degradaciÛn de la situaciÛn el Congreso de los Estados Unidos pasÛ a la iniciativa: primero, actuÛ en favor de Virginia neg·ndose a acceder a las pretensiones de las convenciones del middle ground, el Congreso no iban a romper la ConfederaciÛn por la "cuestiÛn del oeste". Segundo, se opuso a cualquier acto de ataque a la Luisiana, el Congreso tampoco iba a comenzar una guerra contra EspaÒa apenas un aÒo despuÈs de haber firmado el tratado de amistad y cooperaciÛn de 1786. Esta decisiÛn del Congreso causÛ gran decepciÛn en los territorios del middle ground, que se replantearon su estrategia respecto a la ConfederaciÛn de los Estados Unidos. De tal modo, desde mediados de 1787 comenzÛ a tomar fuerza la opciÛn de crear un Estado independiente aliado de Gran bretaÒa o de EspaÒa, o incluso unos estados confederados a la MonarquÌa Hisp·nica.
4.3. el proyecto de "asalto" brit·nico a la luisiana.
Los primeros acuerdos entre el Kentucky y el Tennesse con Gran BretaÒa se remontan a 1783, cuando una comisiÛn conjunta tratÛ con el Conde Shelburne la ayuda que estos territorios recibirÌan de Gran BretaÒa, a travÈs del Canad·, para sus independencias y sublevaciÛn contra los Estados Unidos, asÌ como para atacar a la Luisiana. Los territorios entorno al MisisipÌ quedarÌan bajo control brit·nico que garantizarÌa la independencia de tales territorios y la libre navegaciÛn y comercio. Una segunda comisiÛn del medio-oeste se reuniÛ con Lord Buckingham en 1786 elaborando un proyecto concretado el 22 de agosto de 1787. Es en este cuadro donde toma pleno sentido el acuerdo entre Gran BretaÒa con los Estados Unidos de 24 de septiembre de 1782, en lo que respecta a la cuestiÛn del MisisipÌ y las Floridas [49] .
Seg˙n el acuerdo del 22 de agosto de 1787, el gobierno brit·nico se comprometÌa a remitir 100.000 libras esterlinas a las convenciones del Illinois, del Ohio, de Kentucky y de Tennesse, para levantar una milicia de 10.000 hombre dirigidos por los generales Clark, Tate y Green. Hombres de negocios del medio-oeste, como Thomas Powell, aportarÌan las cantidades restantes necesarias. A cada hombre se le prometÌan 15 pesos al mes m·s concesiones de tierra (libre) en propiedad. Este ejÈrcito atacarÌa la Luisiana en direcciÛn al oeste y al sur, al tiempo que el ejÈrcito brit·nico descenderÌa desde los cauces altos del sistema Misouri-MisisipÌ hasta unirse con las milicias americanas. Igualmente, se fomentarÌan revueltas de los ingleses y franceses de la Luisiana. Entre tanto, la flota inglesa y los navÌos americanos dirigidos por el espaÒol (mallorquÌn) Farragut se dividirÌan en dos: una parte pondrÌa cerco a Nueva Orleans, desgaj·ndose un grupo que remontarÌa el MisisipÌ; otra parte se dirigirÌa a MÈjico y AmÈrica del Sur, inquietando las costas y fomentando sublevacion en las comunidades criollas [50] . Este complot brit·nico acabÛ en fracaso, los conspiradores fueron detenidos unos, y huyeron otros hacia las colonias brit·nicas y espaÒolas poniÈndose al servicio de ambas potencias.
4.4. la respuesta espaÒola en elmedio-oeste.
Para mediados del 1787 habÌan fracasado las dos primeras opciones manejadas por los territorios del middle ground: la creaciÛn de unos estados independientes incorporados a la ConfederaciÛn de los Estados Unidos, y unos estados totalmente independientes aliados de Gran BretaÒa, por lo que era necesario optar por la tercera vÌa: unos estados confederados a la MonarquÌa Hisp·nica.
Ya el 20 de diciembre de 1786 el brigadier J. Wilkinson dirigiÛ carta al encargado de negocios Francisco Crozat, gobernador del establecimiento espaÒol del Ilinoa, solicitando una entrevista con D. Gardoqui. Desde ese momento, Wilkinson se convirtiÛ en agente de EspaÒa. 15 de mayo de 1787, Wilkinson informaba al gobierno de la Luisiana sobre los preparativos de los territorios del middle ground y de Gran BretaÒa para asaltar la Luisiana, sobre la represiÛn del movimiento independentista por Virginia, y sobre sus contactos con el Congreso de los Estados Unidos [51] . J. Wilkinson dio un paso m·s y, entre junio y septiembre de 1787, se entrevistÛ personalmente con el gobernador E. MirÛ a quien entregÛ una declaraciÛn en la cual afirmaba estar determinado a "(...) cambiar mi fidelidad de los Estados Unidos a su Magestad CatÛlica (...)", por "(...) las circunstancias y polÌtica
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